Una de las preguntas que hace toda empresa a su asesoría contable, sobre todo cuando se crea o se abre una nueva actividad, es la de ¿A qué nivel mínimo de ventas se cubren los costes?. El punto muerto o umbral de rentabilidad resuelve esta pregunta, ya que muestra a que nivel los costes totales igualan a las ventas totales, es decir, a que nivel el beneficio es cero.
Para calcular el umbral de rentabilidad debemos tener en cuenta la existencia de costes variables y costes fijos. Los costes variables son aquellos directamente relacionados con la actividad, ya que varían en igual proporción a las ventas. Mientras que los costes fijos son independientes del nivel de actividad.
La fórmula para calcular el punto muerto quedaría de la siguiente manera:
El análisis del punto muerto conlleva importantes ventajas, ya que nos permite conocer de una manera muy sencilla el volumen de actividad que necesitamos conseguir para no incurrir en pérdidas. También, permite analizar cómo una variación en los precios o en los costes puede afectar al nivel de beneficios de la empresa.
Aunque por otro lado, también se debe hacer mención a las limitaciones que tiene el umbral de rentabilidad o punto muerto:
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El análisis de esta variable, lleva implícito que producción es igual a ventas, cuando sabemos que pueden producirse retrasos en las ventas.
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Se considera que los precios de ventas no se alteran ante variaciones en el nivel de ventas.
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También se supone que el precio de ventas se mantiene constante durante todo el período.
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El umbral de rentabilidad distingue entre costes fijos y variables. Aunque se sabe, que a largo plazo todos los costes son variables.
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El análisis del punto muerto supone un único producto. En el caso de que la producción sea múltimple es necesario que se mantenga constante durante todo el ejercicio la combinación de productos vendidos.
¿Has entendido las ventajas e inconvenientes de esta variable? Una asesoría puede ayudarte a entenderla de mejor manera.
Aitor Sanjuan Sanz